martes, 25 de enero de 2011

DEGRADACIÓN DEL PAISAJE Y EL ENTORNO FLUVIAL DEL BARRANCO DEL RÍO MIRAFLORES




    El barranco del río Miraflores, que se abre a poniente de la localidad de Mirafores de la Sierra entre el llamado molino Viejo o de Salustiano y lo que antiguamente se conocía como «el río de la Luz», aguas abajo del puente y el molino de la fuente del Gazapo, es un paraje de gran interés paisajístico que cuenta con unos destacados valores geomorfológicos que le hicieron merecedor de la atención de algún importante estudio geográfico publicado a mediados de los años 40 del siglo pasado. El entorno fluvial que forma está rodeado por zonas urbanas y por el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, y en la actualidad tiene la calificación de «Zona de Transición» en el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de la Sierra de Guadarrama recientemente aprobado.

     Este pequeño tramo de río, de apenas un kilómetro de longitud, forma un espectacular tajo rocoso en forma de V profundamente encajado en el terreno entre el Cerro de los Santos y la ladera del Cabezuelo, y por esta misma espectacularidad tiene una gran importancia turística para el municipio al constituir, sin ninguna duda, la mejor y más conocida «postal» del entorno inmediato al casco urbano de Miraflores. Y esta sobresaliente calidad de su paisaje ha sido proverbialmente conocida y alabada por generaciones de caminantes que han transitado por el camino de la Fuente del Cura ―el antiguo «camino de la Sierra» o «de la Morcuera»― desde que comenzaran a pasar por aquí, a finales del siglo XIX, las primeras excursiones al monasterio de El Paular realizadas por Manuel Bartolomé Cossío junto a sus alumnos de la Institución Libre de Enseñanza. Algunos pintores, como el catalán Jaime Morera, también quedaron cautivados al contemplar las soberbias panorámicas del barranco del río enmarcadas por el monte de la Raya, la maciza cumbre de las Cuatro Calles y la sierra de la Morcuera al fondo. Otro singular atractivo, aunque menos conocido para la gran mayoría de paseantes que lo frecuentan, es que este paraje alberga los restos de una antigua mina de plata con gran interés histórico, dos puentes medievales, las ruinas de tres molinos harineros y los bancales de algunas de las antiguas huertas que hicieron famosa a esta localidad.


El espectacular barranco del río Miraflores, un patrimonio paisajístico que disfrutan cada año miles de madrileños a su paso por el camino de la Fuente del Cura

     Pero no menos importante es la biodiversidad que alberga, ya que este tramo de río hace las veces de corredor ecológico que transcurre entre zonas densamente urbanizadas y por donde transita una variadísima fauna que se deja ver fácilmente. Prueba de ello son los corzos que acuden a beber al río por las mañanas, y que en días tranquilos cruzan entre viviendas el camino de la Fuente del Cura con total despreocupación, o los zorros, ginetas, tejones y erizos cuyos rastros se observan también con frecuencia. En la galería de la antigua mina de plata todavía subsistía hasta hace poco los restos de una importante colonia de murciélagos. Una avifauna también sorprendente habita en el bosque de galería del fondo del barranco, en las manchas de pinos y robles de las laderas y en los grandes árboles de algunos antiguos jardines de la colonia histórica, o sobrevuela el tajo del río en sus desplazamientos cotidianos, como los buitres leonados procedentes de la buitrera del Hueco del Cancho, que aprovechan las corrientes ascendentes favorecidas por la especial orografía del barranco. Es muy habitual también observar ratoneros, milanos, águilas calzadas y culebreras. En las noches de verano es muy fácil escuchar el canto del cárabo y del autillo y observar el vuelo de la lechuza, que anida en los desvanes de algunas casas abandonadas que todavía se mantienen en pie en las inmediaciones.


Interesantes muestras de erosión fluvial en el fondo del barranco

     A la buena noticia que ha supuesto la recuperación del caudal natural del río, perdido hace casi cuatro décadas tras la construcción del embalse que ha abastecido de agua a la localidad hasta hace apenas un año, hay que sumarle ahora otra muy mala que puede suponer el deterioro definitivo de este espacio natural que subsiste como un privilegiado enclave dentro de un ámbito ya plenamente urbano. Hace apenas unas semanas se iniciaron unas obras de desmonte del terreno en un espolón rocoso situado casi en el fondo del barranco, a apenas unos metros de distancia del cauce fluvial y a unos escasos treinta aguas abajo de las ruinas del Molino Viejo y del abandonado puente medieval que se levanta a su lado. Las máquinas han destrozado el relieve de esta parte del valle aterrando con toneladas de escombros algunos bancales de las antiguas huertas que antaño se cultivaban en la ribera derecha del río. A la hora de redactar este escrito se ha construido una gran plataforma apoyada en pilares de hormigón que, según los informes recabados por quien esto escribe, sustentará un gran chalet prefabricado de madera de tipo americano cuya estética se aparta mil años luz de la que en principio parece conveniente emplear en este entorno. En el momento de redactar estas líneas las obras no cuentan con el permiso de la Confederación Hidrográfica del Tajo ni se ha presentado previamente el preceptivo proyecto de saneamiento que exige la actual normativa, seguramente por la dificultad de la evacuación de las aguas residuales a la red de alcantarillado motivada por su situación en una zona demasiado baja de la ladera.


La degradación de este paisaje emblemático causa perplejidad y rechazo entre vecinos y visitantes
    Pero mucho más grave que su discutible legalidad es el hecho de que esta construcción deteriora de forma irreversible un paraje que forma parte desde siempre de la cultura visual del municipio de Miraflores de la Sierra, y que a pesar de estar ya completamente rodeado por el ámbito urbano (y precisamente por ello mismo) debería haber sido declarado hace mucho tiempo como espacio destinado al uso público, restaurándose los molinos, recuperando los puentes medievales cubiertos por la vegetación, y planificándolo según criterios estéticos y culturales para evitar el empobrecimiento y banalización de su singular paisaje. La idoneidad de su uso como espacio público quedó acreditada por la creación, hace algunos años, de un sendero turístico local que transcurre por esta misma orilla del barranco y que, patrocinado por el Ayuntamiento de Miraflores de la Sierra, la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid y otros organismos nacionales y europeos, ahora queda cortado tras el inicio de las obras. Todo ello supone una importante pérdida de calidad de vida para los vecinos de la localidad, a los que se les sustrae un valioso patrimonio natural y paisajístico en aras de su privatización.


Panel informativo patrocinado por La Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Miraflores de la Sierra. Situado a escasos treinta metros de las actuales obras, parece un sarcasmo que en él se destaquen los valores naturales y paisajísticos del mismo tramo del río que ahora se va a degradar irreversiblemente con esta nueva construcción
     Esta ladera del Cerro de los Santos fue declarada urbanizable ya a mediados de los años ochenta del siglo pasado, aunque su urbanización se ha visto retrasada muchos años por lo abrupto del terreno y por su situación muy húmeda y umbría. Por ello es doblemente lamentable el tiempo perdido y la lamentable indiferencia demostrada por las administraciones desde entonces, que no han tomado ninguna medida para salvaguardar la calidad paisajística de este valioso enclave natural. Y máxime cuando han transcurrido ya tres años desde la firma en 2008 por parte del Estado español del Convenio Europeo del Paisaje, que obliga a la identificación y calificación de nuestros paisajes más destacados, especialmente en los ámbitos autonómico y local, con el fin de integrarlos en las políticas de ordenación territorial y urbanística.

     Parece todo un sarcasmo que Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de la Sierra de Guadarrama, aprobado hace algo más de un año y por lo tanto ya en vigor, estipule en el apartado XII del Anexo que para las Zonas de Transición, como ésta que nos ocupa, se articula «un modelo de gestión del medio que asegura un urbanismo sostenible, a fin de salvaguardar los paisajes y los usos y modos de vida tradicionales». Al contemplar la fotografía de las obras que acompaña a este escrito sobran los comentarios…

Hasta ahora los límites de la urbanización respetaban la línea que marca la cumbre del Cerro de los Santos, criterio que se ignora con las nuevas obras, lo que causará un irreparable impacto visual en el paisaje más emblemático de Miraflores con la urbanización de otras parcelas en esta ladera
    Somos muchos defensores del paisaje, mirafloreños o no, los que nos resistimos a la privatización y pérdida de un patrimonio que ya valoraban y nos enseñaron a apreciar en su justa medida nuestros padres y nuestros abuelos. Y para hacérselo comprender a los encargados de evitar en el futuro destrozos similares, haremos nuestra la cita, ya famosa, del célebre escritor y político norteamericano Upton Sinclair: «las tierras pertenecen a sus dueños, pero el paisaje es de quien sabe apreciarlo»
Texto y fotografías: Julio Vías